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El enemigo grita:

«¡Prepárense para pelear contra Jerusalén!
¡La atacaremos al mediodía!
¡Qué lástima que el día se va,
y ya está cayendo la noche!
Pero no importa,
de noche la atacaremos,
y destruiremos sus torres fortificadas».

Y el poderoso Dios de Israel les ordena:

«¡Corten árboles!
¡Construyan una rampa
y ataquen a Jerusalén!
Sus habitantes serán castigados;
son gente muy injusta.

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